Efectivamente, ambos artículos están íntimamente relacionados porque reconocen un mismo origen: El conflicto que enfrenta al gobierno kirchnerista y al agro argentino que no tiene salida a la vista. En primer lugar por que este gobierno juega sucio, ya que exige sometimiento a sus planes con prepotencias y aprietes desconsiderados que no desdeñan las amenazas y los malos tratos personales. En segundo lugar por que esta política tiene como uno de sus componentes básicos la exacción de una parte importante de la renta agropecuaria y mantener bajos los precios de los alimentos, al menos tan bajos como los sueldos bajos como consecuencia del dólar caro.
Por supuesto que no es sólo el agro el que sale perjudicado, sinó todo el interior, porque en definitiva transfiere recursos de ese interior a sectores urbanos, básicamente a Buenos Aires y el conurbano.
Cuando los productores se resisten legítimamente, el gobierno reacciona chantajeándolos y presionándolos al procurar enfrentarlos a los consumidores urbanos presentándolos como egoístas responsables del aumento del precio de los alimentos. Esto es falso porque la producción es tomadora de precios, no pone ni puede poner precio a sus productos.
Lo cierto es que la ganadería, con las actuales reglas de juego, está condenada a desaparecer de los campos con aptitud agrícola. Quedará arrinconada en aquellos no agrícolas, aptos para la cría y, por supuesto, faltará carne. Este panorama resultará muy perjudicial para La Pampa con un territorio apto para la explotación pecuaria que verá sus mejores campos para engorde cedidos a la agricultura.
Frente al paro, respuesta al fin y al cabo legítima de un sector que ha tenido que soportar hasta el hartazgo la agresión, la incompetencia y la mala fe de los funcionarios ¿Qué hizo el gobierno? Cualquiera pensaría que su obligación debía haber sido buscar prudentes soluciones racionales al problema. Pero no. A pesar que es sabido que estaban tomados los recaudos para que no faltara carne ya que había suficientes existencias en las cámaras y animales en pie en los corrales de los frigoríficos, el gobierno obligó a las Fuerzas Armadas a cargar hacienda mal terminada o hacienda para reproducción, vacas, vaquillonas preñadas, y hasta toros para servicio, para tratar de disminuir el impacto mediático de los corrales vacíos.
También cargaron hacienda Don Benjamín (de Gabriel Romero dueño de Hidrovías y EMEPA) y “Los Caldenes” de Geegorio y Noel Wertheim que como lo hicieron en el anterior paro debemos suponer que han prefirieron “privilegiar” sus relaciones con el gobierno que su solidaridad para con miles de pequeños, medianos y grandes productores que hicieron el paro y no mandaron hacienda. También aparecieron en esta oportunidad algunos voluntarios más como IRSA, LOMANTAR, y EL CABRESTO.
Según trascendidos publicados en La Nación los equipos del Sr. Moreno estuvieron en una desesperada búsqueda de remitentes entre políticos, intendentes, legisladores y gremialistas para que remitieran hacienda.
Como no había necesidad de carne queda en evidencia la habitual conducta de embarrar la cancha que tienen algunos funcionarios de primer nivel de este gobierno que están invitando a la reiteración del paro.
Por otra parte hay que reconocer que existe coherencia entre el hecho de cargar vacas preñadas y de cría y toros en servicio con los denodados esfuerzos que realiza la administración “K” para liquidar la ganadería.
Esto pasa cuando hay gente mezquina y mañosa, acostumbrada al juego sucio y no hay que buscarla entre los productores como afirma el presidente si no en su barra brava, más propensa a los empujones y prepotencias que a ejercitar sus neuronas en la búsqueda de soluciones racionales.
También es bueno recordar que las primeras medidas que comenzaron a complicar el problema de la carne fueron tomadas por el ex ministro Lavagna, por ejemplo el límite de peso para la faena que obviamente disminuyó a oferta en el corto plazo, cuando se quería contener los precios ¡Un monumento a la tontería!
Así, vamos entonces, a una decadencia de la ganadería vacuna. Algunos productores, los que puedan, harán agricultura. Otros quedarán en el camino.... y todos los argentinos pagarán las consecuencias de la escasez de carne. Y esta vez sí, sin remedio alguno.
Intendente Alvear, enero de 2007.-
(Enviado para su publicación al Diario “La Arena”)